«Valorar al médico y respetar al paciente»

Felix Peyre
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Se radicó en Pehuajó en la década del 40. Había nacido en Capital Federal, en el año 1921. Ovidio Víctor José Ballerio cursó la escuela primaria en Banfield y la secundaria en Adrogué. Estudió en la Universidad de Buenos Aires donde se recibió de médico en el año 1945. Fue practicante externo en el Hospital de Clínicas y en el Hospital Militar Central. Ejerció poco tiempo como médico en un consultorio de la Capital y se radicó en Pehuajó, donde echó raíces. Fue Director del Hospital Zonal “Dr. Juan C. Aramburu”, Director y fundador del Sanatorio Pehuajó. Propulsor del Colegio de Médicos y Fundador y directivo del Circulo Médico Pehuajó. Falleció el 25 de julio de 2010.



Llevaba el nombre de su padre y el de sus abuelos. Hace 8 años, durante una entrevista para el boletín informativo del Colegio de Médicos, evocó distintos momentos de una vida impregnada de esfuerzos y sacrificios, de auténtica vocación. Incansable emprendedor, tanto en el campo de la medicina, como en otras actividades donde encontró un “cable a tierra” a sus desvelos profesionales.

Su espíritu emprendedor reflejaba esa “sangre gringa” que tanto hizo por el desarrollo de los pueblos del interior. Nació porteño, pero como tantos otros, el interior les abrió las puertas y les brindó la posibilidad de crecer y servir. Sus palabras transmitían vivencias y los frutos del camino recorrido. Le costaba comprender las limitaciones que impone el rol de médico pasivo. Le costó mucho dejar de atender en su consultorio de la calle Del Campo.

UN DECRETO FACILITÓ LOS ESTUDIOS
Su padre era empleado, y a pesar de sus limitaciones económicas, afrontó el desafío de ofrecer a sus hijos una formación universitaria, que en aquel momento era paga. Los Ballerio eran cuatro hermanos. Se mudaron a Capital Federal, donde Ovidio estudió medicina, sus hermanas odontología y farmacia, y su otro hermano, bioquímica.

“Fue por una cuestión económica, además de gustarnos a todos. En aquel entonces, año 1937, la Universidad era paga. Nosotros pagábamos 37 pesos por mes. Era una suma que no se podía aguantar. Por fortuna, salió un decreto que habiendo más de uno de la familia, no pagábamos nada, pero con la condición de no llevarse ninguna materia. Había que romperse el alma para seguir estudiando, sino era imposible. Gracias a ese decreto pudimos recibirnos los cuatro”, relató el doctor al recordar aquella época.

Ovidio logró sacar el diploma en mayo de 1946, sorteando una serie de inconvenientes ya que la facultad no tenía decano y no había quien firmara el título.

UN AVISO EN EL DIARIO MARCÓ DESTINO
Un clasificado en el matutino La Prensa cambiaría su vida para siempre. Comprar el diario aquel día significaría el inicio de una extensa y fructífera carrera. Solicitaban médico para el interior del país y Ovidio se postuló. Habló con un tal Dr. Martín Puyade, que tenía sus oficinas sobre la calle Austria. Era él quien solicitaba un profesional de la medicina. Tenía “una especie de mutual” en Pehuajó, Nueve de Julio y otras localidades del oeste bonaerense.

“Acá tenían, donde ahora está la Clínica, era el llamado Sanatorios Regionales Argentinos, donde estaba el Dr. Peláez, cirujano; el Dr. Barrios Guevara y un Dr. de apellido Recalt, éste se fue y vino otro, Fernando Rocha, hermano del Dr. Jorge Rocha. Estuvo unos meses y se fue. Entonces buscaban desesperados un médico, porque había mucho trabajo. Venía gente de toda la zona. Buscaban un médico soltero, porque tenía que vivir en el Sanatorio, para atender a los abonados en forma permanente”, rememoró Ballerio.

LA DECISIÓN Y EL VIAJE A LAS “SUPUESTAS” PAMPAS
“Y bueno, me vine. No sabía que era Pehuajó. Tenia referencias por mi hermana, que era amiga de Celia Estruch, hermana del escribano José F. Estruch. Mi hermana, me dijo: “Sí, andá es muy lindo Pehuajó. Che, tendrá por los menos un cine o una confitería, sino que voy hacer yo solo, soltero, allá. Me decidí y me vine, mi madre preocupada, pensaba que me iba a La Pampa”.

Arribó a Pehuajó en un tren diesel, “que era una maravilla”. Tardaba cinco horas y tenía comedor. Llegó con un empleado del Puyade, y al ver el Sanatorio, no dudó: se quedó para siempre. “Me gustó Pehuajó, le decían “La Perla del Oeste”, tenía un movimiento bárbaro, confiterías que no cerraban en toda la noche. Era una vida como una ciudad, no era un pueblito muerto. Me quedé y eché raíces acá. Me fue bien, me dedique mucho a la profesión”.

Ballerio atendía pacientes de Pellegrini, Tres Lomas, Madero, Paso y toda la zona. “Vivía en el Sanatorio, comía y dormía ahí. No tenía auto, los pacientes me venían a buscar o si quedaba cerca iba de a pie. Hacía de todo. Venían por un parto y había que atenderlo, salíamos al campo. Para mi eran todas novedades, pero era un gusto hacerlo. He atendido varias generaciones”.

UNIDOS Y SOLIDARIOS
Hubo dos profesionales que se convirtieron en pilares fundamentales durante los primeros momentos de Ballerio en Pehuajó. Ellos fueron el Dr. Barrio Guevara y el Dr. Peláez. “Éramos muy amigos. Eran como dos hermanos mayores míos, me brindaron todo el afecto y la ayuda. No eran competidores sino amigos. Entré en buenas relaciones con todos los médicos. En aquella época era práctica, que el médico nuevo que llegaba iba a saludar los colegas, no como ahora que se ponen piedras. Con el Dr. Gardes, que también era nuevo, me decía “Vení, quedate”. Lo mismo con el Dr. Arnejo, Erraiz, Ferreira, Lerner, Tiscornia”.

Tras su adaptación en tierras pehuajenses, comenzó a realizar cursos de perfeccionamiento en cardiología en la Asociación Médica Argentina y así obtuvo el diploma de médico cardiólogo. Y más adelante, de Especialista, cuando se creó el Colegio de Médicos, en 1959. Casualmente junto al Dr. Erraiz y un hermano de él que vivía en 25 de Mayo, fue uno de los propulsores de la formación del Colegio de Médicos.

EL SUEÑO DE UNA GRAN CLÍNICA REGIONAL
Un día Ballerio les propuso a los médicos Barrios Guevara, Peláez, Hansen de Madero, Sutoloski de Paso, Benincasa, con quien había forjado mucha amistad, comprar el Sanatorio. “Y después surgió el Dr. Rocha, que era muy emprendedor, que quería hacer un buen Sanatorio, lo que es la Clínica actualmente, pero ya había mucha rivalidad, ya estaba “la pica”. Nosotros como médicos nuevos, queríamos enderezar las relaciones pero era imposible, entonces tenía que optar: ¿o me quedaba con la Clínica o me iba al Sanatorio?... y Barrios Guevara me convenció y me quedé con ese grupo y después hicimos el nuevo Sanatorio. Pero la verdad, que la idea que tenía el Dr. Rocha era buena, hacer un buen sanatorio, que en aquel entonces se podría haber hecho dos veces más grande que ahora y más unido todo”.

LA FAMILIA, LOS HIJOS, LA MAYOR FORTUNA
“Íbamos a bailar en lo que era el Picolini, ahí conocí una chica muy buena, muy bonita, que después fue y es mi señora. Se vivía lindo acá en el pueblo y mi vieja siempre me decía porque no te volvés. Para qué me voy a volver vieja –le decía- si vivo bien, trabajo bien. “Y cuando te vas a casar’”, siempre me preguntaba. “Y bueno –le contestaba- ya me voy a casar con alguna chica que encuentre… y ya ve, tengo 4 hijos, 6 nietos, toda la familia acá”.

“Mis hijos ninguno estudió medicina, pero tengo el gusto, de que la mayor de mi nietas, Josefina, se recibe en medicina, el año que viene. Va bien y espero vivir para entregarle el diploma”.

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Podés leer la nota completa en la edición de papel de diciembre 2014 de la revista Mirá Pehuajó
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