LA PASIÓN SIGUE INTACTA

Felix Peyre
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Recorrer la trayectoria deportiva y educativa de Jorge Vitángeli implicaría muchas horas, varias páginas. A modo de síntesis y con motivo del 71 aniversario de la fundación del club Defensores del Este, remarcamos los aspectos más salientes del encuentro mantenido en el quincho de su casa, a pocos metros de la casa materna donde nació. Su pasión es el fútbol y en la historia lugareña ha dejado huellas muy notorias.



Un sobre con fotos cubre parte de la mesa. Al lado, una carpeta de recuerdos: recortes de diarios, papeles, y más papeles. Atardece en Pehuajó y Jorge hilvana anécdotas y explica cada situación vivida, pero principalmente ofrece detalles de la brillante época de “Defe”, cuando logró cinco campeonatos consecutivos en el fútbol doméstico.

La década del 50 fue para Defensores del Este. El conjunto azulgrana se consagró campeón de la Liga Pehuajense de Fútbol durante cinco temporadas consecutivas: de 1955 a 1959. Jorge Vitángeli fue uno de los artífices del histórico logro, jamás repetido. El exfutbolista pehuajense que antes de la formación del equipo multicampeón “había jugadores que estaban jugando en otros puestos. Por ejemplo, Mustafá que estaba jugando de nueve, y cuando nos juntamos todos, dijo que le gustaría jugar de cuatro, y empezó a jugar de cuatro. Y él que era cuatro, jugó de wing derecho, que era Castrito Diaz”.

“No se armó de casualidad ese equipo si no de acuerdo a las preferencias de cada uno lo fuimos armando. Nos encontramos con Manolo Rodríguez de mucha experiencia, que encontró un montón de jóvenes hechos en las divisiones inferiores de Defensores, que nos juntamos con otros que ya estaban jugando y que tenían edad y experiencia, y armamos un equipo, con mucha suerte si se quiere, pero gracias a la unión pudimos salir campeones durante cinco años, cambiando muy pocos jugadores”, rememora Jorge.

Vitángeli concuerda con la crítica futbolera y asegura que “ese Defensores mantuvo un buen nivel futbolístico durante todas las temporadas”. No obstante, el exjugador explica que siempre había rivales difíciles de vencer: “Contrariamente a lo que uno puede pensar, y sin desmerecer, nos costaba mucho trabajo ganarle a Nueva Plata porque embarullaban el partido, y también a Sarmiento. En cambio, no le teníamos temor a equipos fuertes como Deportivo, porque jugábamos al fútbol de otra manera”.

EL PASO POR “LA ACADEMIA”
Jorge estaba a punto de terminar su formación docente y una visita familiar marcaría su futuro cercano. Transitaba agosto de 1953. Su tía, que trabajaba en la Casa de la Moneda en Buenos Aires, visitó su hogar comentándole que una compañera de trabajo era descendiente de Vidaillac, uno de los fundadores del Racing Club de Avellaneda y que si quería podía hacer de nexo y conseguir una prueba futbolística en el club.

“A mí me gustaba el fútbol con locura y estaba jugando en la reserva de Defensores, y bueno, tuve que ir dos veces, y ni bien terminé la carrera de maestro, le pedí el pase a Defensores y me fui”, relata el pehuajense.

Vitángeli jugó parte de 1953, durante todo el 1954 y dos meses del 1955, en la cuarta y en la quinta de Racing. “Pero me vine en el 55 porque me nombraron de director de la Escuela 39 de Mones Cazón, en reemplazo de Julio Rodríguez. Entonces volví, ya que en aquel entonces cuando conseguías un empleo había que agarrarlo”.

“TENÍA MÁS FUTURO SIENDO MAESTRO QUE SIENDO JUGADOR DE FÚTBOL”
Vitángeli recuerda que “en un momento llegó la época de Aloé como gobernador de la provincia de Buenos Aires y nombraron a mil maestros en la provincia, entre los cuales caímos muchos: Sonia Casas, Marta Román, María Luisa García de Casado… todas compañeras mías. Todos tuvimos que venir a hacernos cargo o rechazar, y yo tenía más futuro siendo maestro o director de una escuela que siendo jugador de fútbol. Así y todo, en el 54, trabajé en Martínez. Trabajaba en una escuela a la mañana y me entrenaba en la tarde. A mí me marcaba Juan Carlos Murúa, un jugador que formó parte de la Selección Argentina. Era un número tres, me hice muy amigo de él, ahora está en Misiones. Ah también estaba Maschio que jugaba en la tercera”.

EL RETIRO A LOS 39 AÑOS
Ya radicado en Pehuajó, el fútbol fue placentero complemento de su labor docente. Sus inicios fueron en Defe, y su retiro, también. “Terminé con Erramouspe en el año 1975, jugando como suplente. Estaba él, el Pingüino Borghi, Bartolomé, el Chino Báez, Alanís, el Colorado Moldovián, y todo un equipo bárbaro. Terminé en ese equipo, cuando tenía treinta y nueve años. Tuve la suerte de jugar mucho y de no tener lesiones importantes”.

Y como siempre sucede el deporte enriquece la amistad. “He formado muchos amigos a lo largo de mi vida, y donde más he formado es en el fútbol, y aún en los adversarios. Nos juntamos con el Quique Farías, con el arquero Carlo de Estudiantes, somos amigos y éramos adversarios”.

EL ROL DE DIRIGENTE
Su actuación como directivo de Defensores tu distintos matices. Jorge destaca esa etapa y no puede obviar el acompañamiento de la barriada del club y el apoyo de la comisión directiva. “Fui dirigente, pero siempre me dediqué a hacer muchas cosas por el club, por ejemplo, la cancha de tenis, la canchita Arturo Guisani. Pero nunca estuve solo, siempre hubo muy buena comisión directiva”.

“En la institución estuve muchos años, pero me acompañaron mucho Tito Vicente, Saúl Rossi, Jorge Prieto, Antonio Pascual, y un montón que me olvido en este momento”, acota.

UNA HERMOSA LOCURA
Entre otras anécdotas, recuerda una hermosa “locura”. Fue cuando el club decidió participar en el campeonato argentino y sabían que iba a venir Necochea a jugar al estadio azulgrana. “Entonces le dije a Tito Vicente, ‘y si jugamos de noche’? ‘¿En dónde de noche?’, me dijo. “Y, ponemos luz en la cancha”. Los dos locos. Empezamos a caminar y sacamos la conclusión que podrían ser ocho columnas, el tema era cómo las hacíamos. Entonces consultamos con uno que soldaba, el Chicharra Del Mónaco. Necesitábamos caños que teníamos que comprar en Comodoro Rivadavia”.

Los caños se compraron, se tiraron en el estadio y llegaba el momento de la colocación. “Teníamos que seleccionarlos para que queden bien firmes, y luego meterlos en la cancha. Nadie nos alentaba. Hasta que llegó el momento de ponerlas de pie. Pero para pararlas no se podía hacer un pocito. En cada uno de los lugares hicimos pozos de dos metros de profundidad: de dos por dos, un cubo, con un molde en el medio. Con camiones de cemento rellenamos, y después de dos semanas, quedó bien y pudimos enchufar las ocho columnas. Después la parte de electricidad la puso Fachal, que trabajaba con Tito. Al final, pudimos jugar con luz ante Necochea”.

Sin duda los lindos recuerdos y las experiencias vividas en Defensores dominan el sentir de Jorge Vitángeli. “Hoy estoy bastante alejado del club y me da un poco de vergüenza, porque a lo mejor voy a ver dos o tres partidos cuando llegan las instancias finales, y ya no conozco a los jugadores”, manifiesta sonriente al final del encuentro.


LA TAREA EDUCATIVA
Su comienzo como maestro tuvo lugar en Mones Cazón. Allí trabajó durante cinco años, “con una maestra y sesenta chicos, en una escuela en la que hoy no hay nadie”. Más adelante, estuvo casi seis años en la Escuela Fuentes, “ahí tuvimos un trabajo muy lindo con la señora de Ornat y con Guillermina Muñoz de García”.
La práctica docente lo catapultó otra vez en Pehuajó, donde “tenía horas en el Colegio Nacional”. Conjugar los dos trabajos a sesenta kilómetros de distancia dificultaban el desenvolvimiento de las actividades, entonces Jorge solicitó el pase a la cabecera de partido, “y llegué como maestro en la Escuela 15, siendo mi director Pepe Issa, durante varios años”.

“Luego estuve en la escuela Sarmiento, y con los compañeros hicimos tanta amistad que al día de hoy tenemos una peña que se llama Febo Asoma, que son todos maestros”, expresa. Pero el desempeño como maestro no fue su único acercamiento al ámbito educativo. Vitángeli también ofreció clases de educación física. “Trabajé durante muchos años en el Colegio Nacional, porque en aquel entonces no había profesores, salvo Bocha Ornat y Aurorita Rech, y andaban buscando alguien que tuviera conocimiento y como yo hice muchos cursos relacionados, porque yo no hice el profesorado como muchos chicos ahora, no había instituto antes, y como maestro, trabajé también de profesor de educación física”.

PING PONG
¿Un deseo?: “buena salud familiar•.
¿Una ingratitud?: “La injusticia”.
¿Una gratitud?: “Reconocimiento”.
¿Un rencor?: “No tengo”.
¿Una frustración?: “Vivir sin seguridad”.
¿Una esperanza?: “Fortalecerme espiritualmente”.
¿Un ídolo?: “Mis padres”.
¿Una pasión?: “El fútbol”.
¿Un amor?: “Antes, mi novia; hoy, mi esposa”.
¿Una alegría?: “Llegada de mis hijos y nietos”.
¿Pehuajó?: “Inicio y fin de mi vida”.
¿Un hobby?: “Cuidado y arreglo de mi casa”.
¿Un deporte?: “Todos, con preferencia por el fútbol”.
¿Jorge Vitángeli?: “Tender puentes con superiores, jerárquicos, colegas, alumnos y amigos”.

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