Lo que el agua no se llevó

Felix Peyre
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Hoy dedicamos esta sección a exaltar las connotaciones que provocan los gestos solidarios impulsados por los bomberos voluntarios. En este caso, en ocasión de extender una mano a los hermanos de la ciudad de La Plata, en abril pasado, cuando sufrieron las consecuencias de una inédita inundación.

El lector Alejandro Mazzola nos acercó copia de la publicación “La Luz”, editada en La Plata por las Misioneras de San Juan de Ávila, la parroquia donde estuvieron los bomberos voluntarios de Pehuajó llevando la ayuda solidaria de nuestro pueblo para los inundados. Compartimos tres testimonios que reflejan los sentimientos de solidaridad:

El corazón de los más pobres
El sábado 6, al igual que los días anteriores, llegaba la solidaridad cargada en autos, combis, camionetas… La mayoría eran particulares.

Entre ellos, estacionó un Dodge 1500, bien destartalado, así cómo lo leen. Bajaron unos jóvenes. Venían de Florencio Varela y traían el auto cargado, hasta e1 tope, de donaciones.

Un catering sin nombre
El lunes 8 pasaron varias cosas maravillosas. Entre ellas, llegado el mediodía, mientras todos corrían para atender a la gente, se acercaron un hombre y una mujer vestidos con uniforme propio de gastronómicos. Y desde una inmensa sonrisa salieron las maravillosas palabras: “Somos de una empresa de catering. Trajimos unas viandas calientes para la gente.”

En minutos estaban instalados como si de un evento se tratase, repartiendo un exquisito guiso de lentejas.

Y como llegaron desaparecieron. Sin cháchara. Sin nombre.
Dejaron su caricia para calmar el dolor, y partieron.

Insolidaridad /solidaridad
Atardecía el viernes 5 de abril. Imposible saber cuánta gente llegaba a la parroquia. Mujeres, hombres, jóvenes, ancianos. Algunos temblaban de frío. Otros ya estaban más repuestos. La totalidad esperaba alimentos, agua y lavandina. También colchones, pero no había porque al camión lo habían asaltado en la mañana.

A todos nos dolía la insensibilidad. ¡Haberse robado los colchones cuando miles aún dormían sobre uno mojado, o en el suelo, sin nada!. ¿Se puede ser tan duro?
Más si el agua no logró conmover algunos corazones, tampoco se pudo llevar la solidaridad de muchos. Fue así como antes de finalizar el día, una señora regresó y mientras entregaba la bolsa de alimentos que había recibido, dijo: “Saqué lo que necesitaba. Lo demás te lo dejo para otros”

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