El cura gaucho

Felix Peyre
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Los creyentes ahora tienen otro intercesor para llegar a Dios. Al cierre de esta edición, el Papa Francisco beatificó a José Gabriel del Rosario Brochero, “el Cura Brochero”, que tanto hizo por los desposeídos para consolidar una tarea evangelizadora y de promoción humana de sobresalientes connotaciones, con la fuerza de la palabra pero con la evidencia del hacer por los demás.

El mensaje papal, leído en la ceremonia de beatificación, es claro y contundente. Y paradojalmente coincide con la misión de Jorge Bergoglio: “Es una bendición muy grande para los argentinos y devotos de este pastor con olor a oveja, que se hizo pobre entre los pobres, que luchó siempre por estar bien cerca de Dios y de la gente”, manifestó Francisco.

Fue un sacerdote que “conoció todos los rincones de su parroquia, no se quedó en la Sacristía a peinar ovejas, el cura Brochero era una visita del mismo Jesús a cada familia”, sostuvo el Papa y resaltó “fue un pionero en salir a las periferias geográficas y existenciales para llevar a todos el amor, la misericordia de Dios. Se desgastó sobre la mula y acabó enfermando de lepra, a fuerza de salir a buscar a la gente, como un sacerdote callejero de la fe”.

Supo escapar de la “cueva del egoísmo mezquino que todos tenemos” y que también conquistó para Dios a personas de “mala vida y paisanos difíciles”, reafirmó Francisco a propósito de la obra de Bochero en tierras cordobesas, durante una época plena de carencias de todo tipo.

Es nuestro, argentino. Se abre así otro camino de fe, para alimentar la esperanza, la misericordia, la caridad, el amor. Solía decir “la gracia de Dios es como una lluvia que a todos moja”.

El cura gaucho, ampara a los criollos cordobeses a los que tanto amó y cuando las carencias aprietan, su poncho cobija y protege, porque como él mismo sostuvo “Dios es como los piojos, está en todas partes, pero prefiere a los pobres”.

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