El fondista que fue campeón provincial

Felix Peyre
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Apurado, con una bolsa debajo del brazo, camina por calle Echeverría. Es una fría y ventosa mañana de mayo. Luis recibe saludos mientras el viento hace vibrar su blanca y espesa barba. Quienes lo conocen lo saludan con afecto. Y quienes no, lo observan sorprendidos, pero “el Macho” los mira levantando tímidamente su brazo. Sigue su ruta, su ritmo, por las calles de la ciudad.

Se llama Luis Rogelio Pavón pero muchos los conocen por el apodo de “el Macho” o “Machito Pavón”, otros le dicen simplemente Rogelio. Nos detenemos en Plaza Italia, frente a La Querencia, esquina tradicional. Echa una mirada a la plaza y lo invaden los recuerdos de la niñez y la adolescencia: “me acuerdo de la cancha de tenis acá en la plaza Italia, estaba el tanque al medio. Yo era chico y recuerdo que venía mucha gente. Todo este barrio recuerda esa cancha. Y haciendo cruz con la plaza Italia estaba la cancha de Estudiantes que después la llevaron a Sastre y Echeverría”.

Menciona al club albinegro e inmediatamente, evoca el tiempo en que lució esos colores. Porque “Machito” es hincha de Estudiantes y además pisó las canchas de juego. “Fui jugador pero muy poco tiempo, porque me gustaba más el atletismo”, exclama y acaricia la barba que se plega sobre el pecho.

Dejamos la plaza Italia y nos caminamos por Echeverría. El hombre de barba blanca vive a una cuadra del terraplén, y muy cerca de su casa, residen su hija, nietos y bisnietos. “Tengo una hija, que tuvo ocho hijos. Tengo entonces 8 nietos y ya 9 bisnietos”, explica Pavón, sin poder ocultar la satisfacción.

Eleva su mirada hacía el terraplén y sus ojos reviven tiempos pasados. La laguna “La Salada” cuando estaba seca, el corralón municipal, la primera planta de cloacas y el complejo deportivo. Y aquí, sus hermosos tiempos de atleta, cuando integraba el grupo de fondistas surgido en las pistas del complejo deportivo que el agua devoró.

“Ahí entrenaba yo. Después, cuando se inundó, entrenábamos en la calle. Nos preparaba el profesor (Arnaldo) Ornat, una gran persona, y me ayudaba mucho Jorgito Rosales. ue un tiempo muy lindo. Como fondista fui campeón provincial. Deje de correr a los 44 años y tuve la suerte que la última carrera que corrí, como veterano, la gané en Pellegrini”, rememora “Machito” y se hace un silencio placentero.

Son casi las doce del mediodía. Lo espera el almuerzo con sus hermanos. “Ellos si jugaban bien al fútbol”, acota, y el dato queda en agenda para otra oportunidad. Y hablando de fútbol, Pavón relata que en los torneos barriales de verano, dirigió un equipo de pibes del barrio. “Y estoy contento porque veo muchos chicos buenos para el fútbol”.

Lo dejamos y ahí queda Machito, acompañado con sus afectos, sus recuerdos y un deseo: “No estoy jubilado, estoy en trámite, ya hace rato que empecé, espero que salga. Trabajé varios años en la Municipalidad, en el carro de la basura, en los tiempos de Crespo Montes que dio mucho trabajo acá”.

Un vecino lo saluda y se sorprende al enterarse que “Machito” o “Rogelio”, a sus 67 años, será protagonista de Mirá, como tantos otros, apreciados personajes, que nos alimentan el alma con simples y hermosas porciones de ternura y de nostalgia.

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