San Valentín II - Maruca y Rodolfo

Felix Peyre
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Se conocieron en un baile en la cancha de KDT, donde ahora funciona la terminal. Fue hace casi sesenta años. María Teresa Esteve (82) y Rodolfo Dorronsoro (86) contrajeron matrimonio en 1957. El próximo 27 de septiembre cumplirán 56 años de casados, siempre fieles a sus principios y convicciones y aferrados a una profunda fe en Dios.

Maruca recuerda aquella noche que en el viejo estadio kadetista se cruzó con Rodo. Entre una pieza musical y otra, comenzaba una profunda relación de amor. “Estuvimos dos años de novios y después nos casamos”, comenta María Teresa, al mismo tiempo que Rodo agrega que “tenemos una hermosa hija, dos nietos hermosos, un yerno macanudo y al casarse la nieta, agregamos a su esposo Juan como nieto”.

Toda pareja tiene su secreto, sus costumbres y modo de vivir En más de medio siglo juntos, Rodo y Maruca aprendieron a convivir y sentirse felices. Ella sonríe y confiesa: “el secreto es aguantarse”. Él comparte, pero aclara: “no me gusta la palabra aguantar, es saberse respetar, entenderse…”

Y enseguida agrega, ante la mirada atenta y compinche de su esposa: “hay que tolerarse porque a veces uno no coincide con ciertas cosas. O uno reconoce que no conoce cierta cosa, o a veces uno reconoce que ella lo ve de otra manera, entonces se calman las aguas. En todo matrimonio hay pequeñas diferencias”.

Pero en una cosa están de acuerdo. Lo afirman, coindicen y señalan: “Nosotros tenemos dos médicos. El primero es Jesucristo y el segundo, el doctor José Luis Demichelis”.
Superando los avatares lógicos que impone los años, Maruca (pisciana) y Rodo (libriano) se sienten felices y satisfechos, dispuestos a compartir todo “hasta que el Supremo Hacedor disponga lo contrario”.

La receta para convivir es tan simple como sencilla: tolerancia y paciencia, aunque hay detalles o costumbres que alimentan el amor de cada día: “Siempre me lleva mate a la cama”, acota Maruca y recuerda que “antes de ir al trabajo también hacía eso”. Interviene él y remarca: “Es natural para nosotros. No es costumbre sino ganas de hacerlo”.

Rodo y Maruca tiene experiencia. Se eligen día a día y destilan amor. Están felices, sonríen. Observan a los más jóvenes, ven las nuevas parejas y se animan a emitir un consejo, un mensaje a las generaciones actuales que apuestan al amor: “a las parejas nuevas hay que decirles que todo radica en la familia. Si alguien se casa y viene de un hogar, todo dependerá de cómo haya sido criado”.

Gracias Maruca y Rodo. Celebramos su convivencia, amor y simpatía. Esa que irradian a conocidos y desconocidos, cada día, en las calles de la ciudad, caminando del brazo, dando mayor fortaleza al romance que nació, allá lejos y hace tiempo, en un baile de KDT.

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