Claves para llegar a los 100 años con buena salud

Felix Peyre
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María Esther Añón de Giacciani nació el 7 de enero de 1913, en la localidad de Juan José Paso. Contrajo matrimonio el 7 de marzo de 1936, cuando tenía 22 años, con Oterio Héctor Giacciani, quien falleció el 10 de junio de 1981. De la unión matrimonial nacieron tres hijos, dos mujeres (Gloria y Elvira) y un varón (Jorge, ya fallecido). Tiene un hijo político, Jorge Tettamanti; 6 nietos, 10 bisnietos y 6 tataranietos. Ahora vive en Pehuajó junto con una amiga de toda la vida. Se siente contenta, feliz y ha superado el centenario
gozando de buena salud.


El 7 de enero, rodeada del afecto de familiares y amigos, la abuela Esther celebró cien años vida. “Cuidarse, consumir comida sana y remedios caseros”, son los secretos para recorrer, sin mayores dificultades ni sobresaltos, un siglo de existencia.

Lejos han quedado los años juveniles cuando junto a su esposo conformaron la familia, con esfuerzo y sacrificio, ambos trabajando en el establecimiento rural “San Eugenio” en la zona de Juan José Paso, su pueblo natal.

En la actualidad vive en Pehuajó, comparte sus horas con una amiga de toda la vida, Celia Alfonso, quien le brinda techo y amistad en una vivienda de la calle Rojas. Con la tranquilidad que confiere el tiempo vivido, Esther se vale por sus propios medios, hasta se tiende y ordena su cama cada mañana.

Se alimenta de manera moderada y prudente. Sostiene que la comida sana evita malestares y prolonga la vida. Nunca le faltaron yerbas medicinales, aquellos “te de yuyos” la acompañaron siempre y sus positivos efectos están a la vista. Además es respetuosa de todas las indicaciones de su médico de cabecera, el Dr. Marcelo Garaventa, y del médico de emergencias, Dr. Roberto Centeno. Recibe en forma permanente la visita de sus hijas y periódicamente la de sus nietos, bisnietos y tataranietos.

Esther fue sorprendida gratamente por numerosos familiares y amigos, el día del cumpleaños nº 100. La pasó muy bien, proliferaron recuerdos y ratificó su apuesta a transitar el nuevo siglo hasta que el buen Dios disponga lo contrario.
Ese día, el sentimiento de felicidad fue notorio junto a sus seres queridos, aunque la torta del cumpleaños fue mandada hacer, no fue casera como en otras celebraciones, porque el cumple tenía tres cifras y lo eso lo hizo muy especial. Esther lo aceptó, degustó la exquisita torta de su centenario y dio gracias a la vida.

Adherimos al feliz acontecimiento y hacemos votos para que sean muchos los años a celebrar durante la nueva centuria que comenzó a recorrer.

La quiniela: un hobby
La abuela Esther mira poca televisión, apenas para saber qué números salen en los sorteos de quiniela, porque como hobby o entretenimiento, con el apoyo de un sobrino, manda a jugar los numeritos de su preferencia. Como en todo juego de azar, a veces gana y otras pierde. Pero, dentro de lo posible, Esther alimenta la ansiedad que provoca apostar a la quiniela. ¡Ah, sus preferencias son por el 15 y el 13!



La abuela Esther junto a sus hijas Gloria y Elvira. (Fotos Jorgelina Rodriguez, “Recuerdos Fotografías”)

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