La farmacia, una especie de segunda casa

Felix Peyre
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Cuatro testimonios de conocidos vecinos pehuajenses, empleados de farmacia. Graciela Pascual, Jorge Santellan, Beatriz Agesilao y Julio Acuña. Dejando atrás muchos almanaques hoy continúan trabajando. Evocan los inicios en la histórica farmacia Del Águila, aún vigente en la tradicional esquina de Alsina y Alem, y cuya proyección se manifiesta también en farmacia Fernández. Julio, Betty, Jorge y Graciela, marcan las diferencias del servicio farmacéutico actual comparado con las características de hace más de treinta años. Los cuatro se sienten felices, satisfechos. A través de ellos, el sincero homenaje a todos los empleados de farmacia que cada 22 de diciembre celebran su día.

“La farmacia nos terminó de formar como personas”
Julio Acuña y Graciela Pascual son empleados históricos empleados de farmacia en nuestra ciudad. En la actualidad se desempeñan en Farmacia del Águila, propiedad de Jorge Fernández. Ambos superan los treinta y cinco años en el rubro y aseguran su trabajo los “termino de formar como personas”.

La farmacia ubicada en Alem y Alsina es su segunda casa. Julio comenzó a trabajar en 1977 cuando tenía once años. La historia de Graciela es similar; dio sus primeros pasos en el rubro en 1965 con apenas quince años. En aquel momento, el comercio llevaba el nombre de Farmacia Pucci.

“La farmacia era muy distinta a lo que es hoy. Antes se trabajaba con cuenta corriente. La gente pagaba cada dos o tres meses y quienes vivían en el campo a veces pagaban una vez por año”, comenta Graciela, recordando sus comienzos en la década del 60.

Además explica que la presentación de los productos al público cambió notablemente. “Ahora todo viene envasado ya no se hacen fórmulas magistrales, solo lo hacen algunas farmacias. Me acuerdo que hacíamos todo tipos de crema diadermina, pasta lassar, etc.”, rememoran los empleados.

Acuña y Pascual relatan que han vivido muchos momentos agradables. “Sino no podríamos estar tanto tiempo como empleados de la farmacia”, aseguran. Y al enumerar las circunstancias no tan buenas, explican que “fue desagradable cuando hubo hiperinflación, no se entregaban medicamentos y se atendía por la ventanilla de turno. Era un caos con los aumentos de precios todo los días y no había computación”.

Julio concuerda con Graciela que “el balance es muy bueno”. “A nosotros la farmacia nos terminó de formar como personas”, afirma.

El testimonio de Jorge Santellán

El testimonio de Beatriz Agesilao
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