“Uno nunca termina de aprender, así tengas dos años o cien”

Felix Peyre
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LUISITO, EL ESCRITOR…
Por Chico Feo (Félix P. Peyrelongue)

Luis Fernando Carosini López tiene 10 años de edad y es alumno de tercer grado de la Escuela n° 1 de nuestra ciudad. Humilde, inquieto, ansioso. Lo llaman “Luisito, el escritor”, porque así se define y así lo demuestra en sus expresiones y en sus creaciones. Notorio coeficiente intelectual que causa asombro y admiración al mismo tiempo. Afirma que se motivó desde el momento en que su madre le leía cuentos infantiles. Ya editó sus primeros cuentos basados en frase. Cuando sea grande quiere ser cirujano “para servir al prójimo”. Considera que “las escuelas no son, se hacen con buenos maestros” y reclama que en todos los niveles educativos se incentive la lectura y se usen más libros. Luisito nació en Paraguay y hace dos años que vive en Pehuajó.

Una mañana haciendo zapping con el dial de la radio, descubro un niño que había escrito un libro. Sus palabras impactaban y presumí que era un ser muy especial. Pasó un tiempo y conversando con la docente Rosana Beatriz Martínez (Vicedirectora de la Escuela 1) me entero que concurría a esa escuela.

Hecho el contacto, se coordinó un encuentro en la misma escuela que está celebrando 125 años de vida. Junto a Rosana y a Catherine, tía del niño, compartimos un hermoso momento en una tarde intenso calor.

Con el bullicio de los chicos que disfrutaban el recreo como fondo, Luisito me dice por qué escribe: “Lo que me incentivó fue mi mamá que me leía cuentos cuando yo era chico, como Caperucita roja, Los tres cerditos... y yo me pregunté, ¿por qué si esos escritores pudieron escribir esos cuentos, yo por qué no?...

Y el diálogo continuó así:

-¿Cuándo aprendiste a leer, empezaste a escribir?
-“Sí, porque yo hoy en día veo niños que no leen, jóvenes que no estudian, y adultos que evaden la responsabilidad.

-¿Y vos querés que eso no ocurra más?
- “Claro, porque se empieza con la no lectura, se continúa con la falta de incentivo, y se termina con la falta de trabajos dignos con muy pocos conocimientos acumulados”.

-Luisito, ¿a vos la lectura te ayudó mucho?
-“Sí. Y me gusta leer todo tipo de cosas, pero me gustan más los cuentos, porque me incentivan, pero me gusta todo tipo de lectura”.

-Tus cuentos, ¿dejan una enseñanza?
-“Cada cuento que tengo, tiene distintas frases que fui recopilando de libros y suplementos de lectura, para que las personas entiendan el verdadero significado de las frases. Por ejemplo, si yo te digo “a ley pareja nadie se queja”, que te pasa por la cabeza, solamente lo que te acabo de decir, ¿no?...

-Sí, pero si lo pienso, digo que sí, que la ley tiene que ser pareja, para todos iguales, Luisito.
-“Quiere decir que si una persona te hace algo malo, tenés el mismo derecho de pagarle con la misma moneda”.

-Aunque a veces, Luisito, no está bien. A veces es mejor devolver bien a quien te hace mal, si no te haces más mal vos.
-“¡Ah! sí, porque cuando terminan mis derechos empiezan los derechos de los demás”.

¿Qué le parece? Tiene apenas 10 años. Confieso, pese a mis 45 años de periodista, fue una de las entrevistas que más me costó sobrellevar. Rogué al Supremo Hacedor me confiera la mayor prudencia para seguir el diálogo. Estaba frente a un niño, de desarrollo intelectual precoz, pero niño al fin.

Y siendo reiterativo, le pregunté:

-¿Es cierto que escribiste un libro?
-“Sí, un libro basado en frases, como te dije anteriormente”.

-Y para más adelante qué pensás, Luisito. ¿Seguir escribiendo?
-“Pero por supuesto..!”

-¿Siempre sobre el mismo tema?
-“No. Siempre voy cambiando de tema. Si repito muchas veces la misma cosa, se torna aburrido”.

Tratando de invadir su corazón de niño, le pregunté si además de leer hacía algún deporte. “Si -me contestó- me gusta jugar al fútbol”, pero evidentemente sin darle mayor importancia.

Enseguida, quise saber que sentía el alumno:

-¿Luisito, con las maestras te llevás bien?
-“Sí, me llevo muy bien.”.

-¿Que más te gusta de esta escuela?
-“Te voy a decir una cosa. Las escuelas… muchas personas dicen que una escuela por ser la más grande, va a ser la mejor. Pero las escuelas no son, se hacen con los buenos maestros. Y ésta escuela ya está hecha. Se hizo con grandes maestros que enseñan de todo”.

-¿Sabías que es una de las escuelas más viejas de la ciudad, sino la más vieja?
- “Sí, sabía”.

-¿Qué le dirías a tus compañeros, a los niños en general?
-“Que tendrían que leer, se tendrían que preocupar por el aprendizaje. Porque…. yo te voy a decir, para salir de la línea de la pobreza, harían falta como mínimo 12 años de estudio, lo que implica para los padres, los gobiernos y los chicos, un desafío. También le pediría al gobierno que como mínimo en las escuelas primarias se usen cinco libros por año de uso continuo, y para los de secundaria como mínimo nueve libros”.

¿Qué me cuenta? Una sensación muy rara me invadió. ¿Cómo seguir?... Ya estaba satisfecha mi inquietud periodística. Para terminar, se me ocurrió incursionar en el campo de la fe:

-¿Luisito, vos rezas, vas a la iglesia?
-“Sí, cuando se puede, cuando hay tiempo”.

-¿Crees en Dios?
-“Sí. Uno de los diez mandamientos dice que tenés que amar a tu prójimo como a ti mismo, por eso yo cuando sea grande quiero ser cirujano. Ya soy escritor, quiero ser cirujano cuando sea grande y quiero ganar el premio Pulitzer”.

¡Qué tal!... Dije basta, entrevista terminada. Le agradezco, lo felicito y pido a Dios que lo bendiga.

Luisito me agradece y me pregunta si tenía hijos. Le contestó que tengo tres hijos y un nieto, y enseguida acota: “Yo te haré llegar mi libro, así se lo leés a tu nieto. Y no seas perezoso –advierte- leéselo”. Y por último remarca: “Uno nunca termina de aprender, así tengas dos años o cien”.

Qué más puedo agregar, si no encuentro las palabras. Quiera Dios que el talentoso niño, nacido en Asunción, que como muchos paraguayos ha elegido Pehuajó como suelo adoptivo, tenga el apoyo necesario y sus sueños se hagan realidad. Que sus escritos se multipliquen y trasciendan. Que se haga realidad su deseo de ser cirujano para servir al prójimo, cuando el niño quede atrás en el almanaque de la vida.

“Léeme” -narrativa breve- fue editado en setiembre de 2012, por el Círculo Pehuajense de Escritores y Lectores. Comprende la colección “Cuadernillos”. Son 20 creaciones de Luis Caronini López, de las cuales compartimos las siguientes:

EL SAPO EMBROMADO
Érase una vez un sapo llamado Javito que quería tener muchas novias. Se pasaba todo el día cantando, para llamar la atención de las futuras candidatas; pero nadie le prestaba atención.
Un día se encontró con una mosca, y cuando quiso tragársela, la mosca dijo: yo tengo la solución a tu problema, cual problema dijo Javito. El que no te consigas una novia ¿Cual es el secreto? Si te lo digo me tendrás que pagar, dijo la mosca. Claro que si, lo que sea para tener una novia, dijo el sapito, entusiasmado.
La suma de dinero es mucha ¿tiene suficiente dinero para pagar? Si dijo el sapo; en ese momento la mosca estiró un hilo que le colgaba del saco, y dijo: mientras conserves este hilo, tendrás todas las novias que desees.
El sapo intentando que la mosca no se dé cuenta de que él estaba huyendo, dijo: te pagaré el domingo. La mosca dijo: ok.
El sapito fue a probar suerte con el hilo milagroso, obviamente no le funcionó, entonces pensó, no me hace falta un hilo, solamente necesito ser más astuto, para que no me vuelvan a embromar.
Por este motivo, el pobre sapito, tuvo que ir a sapoterapia.
Cinco años después el sapo Javito ya tenía su familia y su propio estanque colorín colorado este cuento se ha acabado.
Moraleja: (NO HAY PEOR CIEGO QUE EL QUE NO QUIERE VER)>



EL LADRÓN QUE SE OLVIDÓ DE LLEVAR LA BICI
Cuenta la historia que un ladrón se volvió bueno, un día lunes, en la escuela N°1 un ladrón fue a robar una bicicleta, de, pronto escucha una voz enseñando, quiso continuar robando, pero no se aguantó las ganas, de ponerse contra la puerta y escuchar la clase, hacia el final escuchó: «chicos mañana traigan 3 cuadernos”, después de las clases fue por primera vez, a una librería a comprar 3 cuadernos, 2 lápices, una cartuchera, saca punta y borrador, todos los días iba a escuchar la lección, un día se le ocurrió ser profesor, le probaron, para profesor de matemática no funcionaba, profesor de física, en el tercer estiramiento se dobló el tobillo, plástica se quedó pegado por la silla, luego de bibliotecario casi muere aplastado, de comunicación, se trabó la lengua, profesor de botánica, le cayó una maceta en la cabeza, el último recurso, ciencias, aunque no sabía que podía hacer, si congelaba la goma al máximo o calentaba el cobre al máximo, pudo pasar ese obstáculo, y fue maestro de ciencias, se ganó un título y fue maestro hasta jubilarse.
Moraleja: «HABLANDO SE SABEN LAS COSAS Y CALLANDO SE IGNORAN»


Pehuajó, primavera del 2012, año del centésimo vigésimo quinto aniversario de la Escuela nº 1 “Dardo Rocha” .

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