¡Por siempre compañeros!

Felix Peyre
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La promoción 1968 de maestros de la Escuela Normal realizó otro viaje de egresados, o “re-egresados”, esta vez con destino a Merlo, San Luis. Abrazos, besos, lágrimas y mucha alegría de volver a estar juntos.

Dos compañeros: Graciela y Silvia, que residen en Olavarría y La Plata, respectivamente, expresaron sus impresiones sobre dicho reencuentro en los siguientes términos: En épocas en que la convivencia es tan difícil y que para sostener relaciones interpersonales hay que “ser” y sentir con autenticidad y comprensión, vengo admirada (y me siento una elegida) de estos días inolvidables.

Queridos amigas y amigos han logrado detener el calendario durante 3 días. Mandé una voltereta hacia atrás en el tiempo y al “volver a los 17” la película mostró un puñado de jóvenes con calidad de sentimientos pero más volátiles, faltaba el condimento con que nos fue rociado el tiempo, de un solo saque, sin pedirnos permiso y mucho menos sin que pudiéramos elegir lo que nos tiraría encima; y luego de 44 años de vuelo por el cielo de la vida, nos hallamos aterrizando en estas condiciones.

Y allí acampamos, y así permanecimos tres días compartiendo, como somos, con lo que somos, cada uno con su equipaje prolijamente ataviado, llevándolo con dignidad. Para luego despedirnos, con sinceridad, con cariño, con comprensión y con la tolerancia que guardan sólo las personas íntegras y talladas en buena madera. Y sin ponerlo en palabras expresas, nos dijimos hasta pronto con continuidad de afecto y proyección para futuros reencuentros.

Hay un poema que dice: “Queda prohibido dejar a tus amigos, no intentar comprender lo que vivieron juntos”.
¡Hermanos del alma!, con qué calidad hemos internalizado esta frase.

¡Qué maravilloso! es compartir, en distintas etapas de nuestras vidas, las vivencias del ayer; pero no, ya como adolescentes, sino como adultos, que aprendimos a reconocernos con nuestras virtudes y miserias; y así, sin quitarnos nada, sin fingir ante los demás, sin miedo a ser rechazado, nos queremos y nos aceptamos.

Ese poder ser auténticos, el no tener que portar la armadura con que salimos a la vida, es lo que nos une hasta hermanarnos.
“Felices de la vida, con nuestros 60 y tantos años. ¡Por siempre compañeros, amigos, hermanos!!
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