Lo que queda del Tango Bar

Felix Peyre
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Los bares, también conocidos como boliches, tantos en zonas céntricas como en barrios, cumplen un rol de relevancia en la vida de los pueblos.

Si bien en la actualidad persisten algunos locales, adaptados a las nuevas modalidades, en Pehuajó como en tantas ciudades y pueblos de la región, fueron -otrora- significativos lugares de encuentro, de reunión y de esparcimiento.

En nuestra edición del mes de octubre de 2011, a raíz del fallecimiento de la convecina Petrona R. Berón (“Doña Lela”), hicimos mención a “Buenas Noches, Buenos Aires”, bar que marcó toda una época en la vida pehuajense.

Hoy, nuestro recuerdo está destinado al “Tango Bar”, que lideró durante muchos años el señor Eleuterio Berón, en el barrio Obrero de nuestra ciudad, a pocos metros del boulevard Gardes.

De similares características al anterior, el “Tango Bar”, nombre de una de las películas de Gardel, cobijó a vecinos de diversas clases sociales, se realizaban cenas de amistad y espectáculos de música popular, con la presencia de exponentes locales y en más de una ocasión con la visita de calificados profesionales.

Los recuerdos proliferan al rememorar aquellas veladas. Hoy, si pasamos por el pasaje que une el boulevard con la plaza Juan XXIII, podemos apreciar en estado de abandono la edificación donde funcionó el Tango Bar. Aún puede apreciarse en forma parcial la leyenda identificatoria.

Por este bar pasaron numerosos cantores y múltiples parroquianos se deleitaron con sus aportes, como así también con exquisitos almuerzos y cenas que reunían a los habitúes del lugar. De este lugar de encuentro, impulsado por Don Eleuterio Berón, comenzó a gestarse el homenaje a Carlos Gardel, plasmado luego en un sector destinado al zorzal criollo en el boulevard Gardes.

Son muchos los recuerdos que proliferan al contemplar el solar donde en otros tiempos se hacía sentir y oír el “Tango Bar” de Pehuajó.

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