Elegir el mejor camino

Felix Peyre
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“Me parece que lo veo
Con su poncho calamaco.
Después de echar un buen taco
Ansí principiaba al hablar:
JAMAS LLEGUES A PARAR
ANDE VEAS PERROS FLACOS”
(2311) (Canto XV)

La imagen clave, es el perro flaco. No tiene dueño que le tire un hueso. Señal de que por el pago las cosas no deben andar muy bien.
El perro flaco, en el refrán, se constituye en el símbolo de la necesidad, de la escasez y del hambre, con esa natural implicancia de la desocupación. Por donde el refrán tiene su sentido social. Si el mejor amigo del hombre anda flaco, algo debe pasar con su amo.

La filosofía que lleva en sus entrañas, aconseja no querer echar raíces en aquellos lugares donde la necesidad tiene los ojos agrandados, “donde hay perros flacos”.

“Jamás llegues a parar” es lo mismo que decir: hay que seguir de largo.

Esta alternativa que plantea el refrán, es harto conocida y lo era en aquellos tiempos para el gaucho y para el gringo, que recorrían la provincia en busca de algún trabajo o alguna changa.

Pero también, como quien no dice la cosa, el refrán nos invita a no quitarle el pan a ningún necesitado. Si bien la vida es una lucha, que se hace como la vida mirando siempre al frente, no es honesto imponer la ley del más fuerte.

Los tiempos se repiten de alguna manera, y así, como tenemos ojos para ver donde hay “perros flacos”, “a Dios rogando y con el mazo dando”, con los mismos ojos podemos encontrar el pan de cada día.

El consejo del Viejo Viscacha sigue en pie, para muchos.

Déjense llevar por su filosofía, será siempre elegir el mejor camino.

Del “refranero de Martín Fierro”, José Marcón

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