"Cango" Marcos: Caminador incansable de todo Pehuajó

Felix Peyre
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Me dicen “Cango” porque mi hermano no me podía decir Carlos, me decía “Cango” y me quedó para siempre”, acota Juan Carlos Marcos (66), conocido empleado municipal a través de quien rendimos homenaje a la reciente conmemoración del Día del Trabajador Municipal.

Desde hace 28 años reparte las facturas por servicios e impuestos, municipales y provinciales, a todos los contribuyentes de la ciudad. Afirma que la tarea le gusta y si tuviera que hacer otra actividad se negaría.

“Cango” nació en el barrio San Martín. Obviamente es fanático de los rojos del parque, pero además consecuente hincha de River. “Siempre viví frente al parque, hasta que me casé y me fui al barrio Defensores”, señala.

A propósito de la radicación en el barrio Defensores, donde construyó su casa, quien redacta esta nota recuerda haberlo visto, los fines de semana, poniendo ladrillo por ladrillo. Era envidiable y sin duda ejemplar, ver como trabajaba con un solo brazo. “Cango” no se achicó jamás ante las limitaciones. No es absurdo afirmar que hizo más con un solo brazo que muchos otros con los dos.

Relajado, luego de una jornada de intenso reparto, proliferan los recuerdos: “Me hice casi toda la casa. No hice caso a mis limitaciones. No solo hice de albañil para construir mi casa, sino que también junté manzanilla. Para hacerme la casa, cazaba liebres para venderlas y poder comprar ladrillos”.

Y es allí donde remarca su pasión por la caza, a la cual le dedica los fines de semana. “Ah! y pego muy bien”, acota jocosamente.

Cango perdió el brazo derecho y tuvo que aprender a hacer todo con el brazo izquierdo. “Cuesta, cuesta muchísimo, pero se puede”, afirma y de inmediato añade: “Ahora, siempre sabes que no sos igual que los demás, te falta algo. Pero me adapte y superé todo. Pude formar una familia divina con mi compañera, con quien llevó 40 años de matrimonio”.

En la Municipalidad de Pehuajó entró en el año 1969, cuando era Intendente Carlos Crespo Montes. Fue Ordenanza, en algunos períodos se desempeñó como mayordomo interino, más tarde estuvo en la oficina de Mecanización y finalmente le confiaron el reparto de facturas, tarea en la que ya venció 28 almanaques.
A propósito del reparto, dice satisfecho: “Me gusta esto, es la vida mía, y me gusta hacerlo bien. Si me dicen de ir a otro lado, digo que no. Esto me gusta”.

Cango lleva las facturas de barrido, limpieza, luz, vial, patentes de autos y motos, inmobiliario, comercio, cementerio, etc. “Recorro todo en bicicleta, hasta los barrios Centenario o Automóvil Club. Y cuando es muy lejos me lleva el ingeniero Roselló”, señala y remarca. “A Pehuajó lo conozco de punta a punta, pero a la gente no la terminas de conocer. Hay mucha gente nueva, porque ha crecido tanto la ciudad”.

Por ahora no habla del tiempo de jubilación, si bien piensa que cuando llegue el día del retiro seguirá “cazando pajaritos y liebres”. Es decir dando rienda suelta a su pasión por la caza, de la cual se jacta sanamente y con respeto.

Se siente y se lo ve feliz con su trabajo. Conocedor a fondo de todos los ámbitos municipales, en todos los tiempos y regímenes. Si hablamos de anécdotas harían falta muchas páginas. Al evaluar sostiene: “No tuve problemas con ningún Intendente. Para mi todos fueron buenos, nunca me molestó nadie, ni los contadores, que son mis jefes directos”.

Cango Marcos se autodefine como “un vago toda la vida, en el buen sentido de la palabra eh..! Callejear, ir a los clubes, mirar, jugar. Pero ahora, ya no. Fue una época”, afirma sobre el final de la charla, relajada e impregnada de recuerdos, entremezclados del tiempo vivido en el desaparecido diario “La Voz del Oeste” y en la Municipalidad pehuajense.

Foto: "Cango" al revivir momentos de su vida. Detrás la foto de sus tres amados nietos.
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